No solamente una imagen, solamente una imagen
Jean Luc Godard
Hace mas o menos cincuenta y cinco años, en el Paris de post-guerra, un artista de nombre Renato Guttuso estaba sentado a los pies de Pablo Picasso y recibió una de las mas cristalinas aunque menos difundidas respuestas del artista a un persistente dilema. Al ser preguntado si pintar figuras aún era posible tras la fotografía, Picasso respondió con concisión característica: “Ahora sabemos todo lo que la pintura no es.”
Una formula embrionaria para todas las artes durante la recalentada y continua era de la reproducción mecánica, la pulla de Picasso le ha servido a generaciones de pensadores críticos como una barrera en contra de la embestida de la imagen fotográfica. Hoy, por ejemplo, es posible examinar, y hasta de-construir la fotografía desde el punto de ventaja de algunas de las mas antiguas y tradicionales practicas tanto en las artes y las artesanías. La pintura, el dibujo, la escultura, el corte de papel, el coser a mano, el sombreado y una miríada de otras practicas, muchas veces mezcladas con la instalación, se han vuelto métodos validos a través de los cuales cuestionar y hasta revivir la fotografía – una practica de ciento cincuenta años que ha visto, en nuestro época, un marcado declive en su poder de retina, emocional y conceptual.
De artistas contemporáneos como Jeff Wall y Thomas Demand a Vik Muniz y Tim Noble & Sue Webster, muchos de los artistas internacionales con mas liderazgo del momento han disecado la fotografía para llegar a obras poderosas que desafían el inherente realismo y el decir la verdad de sus fuentes fotográficas. A esa lista podemos ahora sumar el nombre de la artista Chilena Mónica Bengoa. Bengoa –que construye murales intensamente hechos a mano de fotografías instantáneas mas bien prosaicas, de estilo documental de su vida familiar y de hogar– ejecuta impresionantes, casi heroicas extensiones de la fotografía desde materiales que muchos considerarían deshecho.
Servilletas desechables de restaurante, las flores secas tradicionalmente usadas en Latino América para coronas funerarias, hilo y aguja, todos ellos se vuelven, en las manos de Mónica Bengoa, urgentes soportes para confeccionar trabajos obsesivamente detallados con un impresionante grado de impacto visual. Su obra “Sobrevigilancia”, por ejemplo, usa unas 9.160 flores secas para componer una imagen de 4.45 x 11.78 metros del baño de la propia artista. Proyectada en un matiz verde que recuerda el enfermizo color de los monitores de vigilancia (y que también evoca el material funerario que compone el mural modular de la artista), “Sobrevigilancia” recrea una imagen de lo cotidiano a una escala disconformemente masiva. Lo que es mas, el poderoso efecto de la obra es solo igualado por su sorprendente economía de medios.
Otra obra, “Ejercicios de Resistencia: Absorción”, recientemente instalada en el Museo Fuller en Brockton, Massachussets, usa 1.330 servilletas de papel y varios juegos de lápices de colores para retratar la poco extraordinaria imagen de una cocina con ollas y sartenes apiladas sobre ella. Dibujada en colores primarios y utensilios de educación básica, Bengoa presenta lo que esencialmente es una visión directa de una cocina del tercer mundo con extraordinaria exactitud. La todopoderosa escala de la obra habla volúmenes sobre la arena domestica que es rutinariamente obviada (como también de sus atentas preocupaciones, incluyendo las problemáticas Norte y Sur), mientras que la naturaleza marginal de las servilletas baratas usadas subraya tanto la fragilidad de la imagen como la precaria situación social que retrata.
Generando mucho mas calor visual desde sus materiales e imágenes de lo que pareciera posible y al mismo tiempo proveyendo narrativas oblicuas que van significativamente mas allá del simple registro documental, Mónica Bengoa usa la fotografía como solo una herramienta mas en su arsenal artístico. Lo cotidiano, lo descartado, lo altamente hábil y lo fotográficamente prosaico son todos vueltos impactantes por la practica mural, casi escultural, basada en la instalación de Bengoa. Si el diablo, como reza el dicho, esta en los detalles, el arte de Bengoa, debe ser dicho, es todo detalles. Detalles masivos y significativos, que ella construye cuidadosa y poderosamente de las mas obviadas y comunes imágenes.
Christian Viveros-Fauné